Foto: Museo Nacional de Escultura

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Inventario CE1182
Clasificación Genérica Escultura
Objeto/Documento Relieve
Autor/a Gurri Corominas, Salvador (Lugar de nacimiento: Tona, 1749 - Lugar de defunción: Barcelona (m), 1819)
Título Padre Eterno
Materia/Soporte Madera
Técnica Tallado
Dimensiones Altura = 153 cm; Anchura = 103 cm; Profundidad = 52 cm; Peso = 61,50 Kg
Descripción Tanto la ley mosaica como los primeros doctores de la iglesia prohibían la representación del Dios bíblico, que había negado expresamente su rostro a Moisés porque ".. no me verá hombre alguno sin morir" (Ex. 32-33); sin embargo pronto se ignoró su autorizada opinión. Desde la Edad Media abundan las imágenes de Dios Padre en el ámbito católico, inspiradas en una visión de Daniel: "estaba yo observando hasta tanto que se pusieron unos tronos; y el anciano de muchos días se sentó: eran sus vestiduras blancas como la nieve y como la lana limpia los cabellos de su cabeza..." (7-9).
Así aparece representado en esta dinámica escultura que remaba el retablo mayor de la iglesia de San Pedro de Vilanova i la Geltrú, en su diseño original; concebida en vuelo, dominando desde lo alto el resto de la composición sobre la que tiende una mirada compasiva y extiende un brazo admonitorio, mientras sujeta con la otra mano la esfera cósmica, signo de poder. Cabeza de muy notable calidad especialmente en la abundante y agitada barba, poderosa en los grandes mechones ondulados, y delicada en los rizos de la barbilla y el bigote, que subraya la serena fuerza del rostro.
Iconografia Padre Eterno
Datación 1770
Contexto Cultural/Estilo Barroco español
Lugar de Procedencia Iglesia de San Pedro, Vilanova i La Geltrú(Garraf (comarca), Barcelona (p))
Lugar Específico/Yacimiento Iglesia de San Pedro
Clasificación Razonada La curiosa historia de esta talla y del retablo al que perteneció fue dada a conocer por Cid Priego, en 1948. José Soler, vecino de Vilanova i la Geltrú dedicado al comercio con América, ante la alarmante falta de noticias de uno de sus navíos, ofreció costear un retablo para la iglesia nueva de su lugar, si arribaba sin novedad. El buque llegó y, en cumplimiento de su promesa, el comerciante concertó con el escultor barcelonés Salvador Gurri, el 12 de octubre de 1770, la realización del retablo del Santo Cristo y las Ánimas según un proyecto cuyo dibujo se le facilita; el plazo de entrega se fijó en diez meses, pero se alargaría en otros ocho, dándose por concluido en abril de 1772.
El diseño no se ha conservado pero sí el contrato (Cid Priego, 1957-58). Por él sabemos que arquitectónicamente se organizaba en base a un gran camarín al que se accedía por dos escaleras; las imágenes se enumeran detalladamente: Cristo crucificado, advocación principal del retablo, Virgen Dolorosa de vestir, cuatro ángeles, San José y San Juan Bautista, todos de bulto redondo; un Padre Eterno con sus nubes, tres serafines y rayos, de dos tercios de relieve; la Magdalena y San Juan Evangelista, en bajorrelieve situados al fondo del camarín a los lados de la cruz, y un mediorrelieve con las Ánimas.
Esta iconografía un tanto peculiar, explicable por la elección personal del comitente, perdió su coherencia básica en una modificación posterior: en fecha indeterminada, el auge adquirido por la devoción al Corazón de Jesús determinó que las autoridades eclesiásticas decidieran colocar su imagen en el lugar del Padre Eterno. Los herederos de Soler pleitearon inútilmente para que se preservara la integridad del conjunto donado por su antepasado; la sorprendente sustitución se produjo y la familia se quedó con la figura desechada, que seguía en su poder en 1948; para entonces era ya el único testimonio de la existencia del retablo, destruído al ser incendiada la iglesia en 1936.
Cuando la escultura del Padre Eterno ingresa en el Museo procedente del mercado nacional del arte, en 1987, había sido modificada para atenuar en lo posible el aspecto de fragmento deteriorado de un conjunto mayor, como evidencia la comparación con fotografías y descripciones anteriores. La policromía en tonos azules, mal conservada, se suprimió por completo; se reintegraron las pérdidas de madera debidas a la acción de los xilófagos o a roturas (globo, dedos, nariz, nubes, alas...); se recortó por la parte inferior y laterales, regularizándola, se añadió un remate nuevo a las nubes de la izquierda y se recolocó el único serafín conservado.
Un joven Gurri (1749-1819) muestra en esta escultura su faceta más barroca, formal y conceptualmente deudora de Bernini.
Bibliografía BOLAÑOS ATIENZA, María. Almacén. El lugar de los invisibles. Madrid (m): 2019.

CID PRIEGO, Carlos. Notas biográficas sobre el escultor Salvador Gurri. Archivo Español de Arte. Madrid (m): 1961, Nº134p. 109.

FERNÁNDEZ BANQUÉ, Mariona. Testa del Pare etern. En: BOSCH BALLBONA, Joan. Alba Daurada: L´art del retaule a Catalunya: 1600-1792 circa. 2006. pp. 306-309.

FERNÁNDEZ GONZÁLEZ, Rosario. El Padre Eterno. En: URREA FERNÁNDEZ, Jesús(dir). Tesoros del Museo Nacional de Escultura. Madrid (m): 2005. pp. 163-165.

SÁNCHEZ CANTÓN, Francisco Javier. Escultura y pintura del siglo XVIII. Francisco Goya. Ars Hispaniae, XVII. Madrid (m): 1965. p. 294.
Catalogación Fernández González, María del Rosario
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